domingo, 8 de enero de 2012

Va de retro

Esta mañana espesa de domingo, cuando me he levantado no encontraba el mando a distancia. Y he “panicado”. He estado un cuarto de hora buscándolo con angustia infinita, pensando en cinemascope ¡“Qué voy a hacer todo un domingo sin poder ver la tele, ni pelis, ni mi serie!!”.

Porque nunca me había parado a pensar la importancia del mando a distancia en los años tecnológicos que corren. Sinceramente, sin mando, no se encender mi televisión.
Antes, en las teles de toda la vida, las llamadas teles con culo, si perdías el mando, había todo tipo de botones y rueditas para los canales, ajustar el color, el brillo, el contraste, el volumen… ¿Ahora? Ahora tenemos unos pantallones anoréxicos que sin mando son un cuadro en negro. De ahí mi pánico.
Cuando pensaba que nunca iba a encontrar el mando me he puesto delante de la tele, y la he examinado. Nada. No hay nada que hacer. Bueno, algo si debería hacer, limpiarla, pero será en otro momento.

Finalmente he encontrado el mando, debajo del sofá, charlando con unas cáscaras de pipa. Me he secado las lágrimas, y he dado un repaso en mi cabeza a cómo ha cambiado mi vida de unos años a esta parte. (Por cierto, también he encontrado mi rímel perdido, junto al mando y las pipas)

Yo soy muy joven, jovenciiiiisima, pero tengo mucha memoria, así que todavía recuerdo los últimos coletazos de la tele en blanco y negro. Me acuerdo del día que llegué a casa y mi madre había comprado una tele en color, y yo la veía y decía… - Soy pequeña pero no idiota, y esta tele es negra, como la otra -. Hasta que me explicaron que una tele en color no era una diseñada por Agatha Ruiz de la Prada, era una cuestión de imágenes.
Y ¿Cómo han cambiado los mandos a distancia? El de aquella tele tendría unos 10 botones: Los típicos de canales, volumen, ajustes de color, y poco más.
Echad un vistazo rápido al mando de vuestra tele actual, parece un pan de chapata. Es la única manera de que quepan todos los botones. Y todavía no entiendo para qué. Uso exactamente los mismos que usaba en los años 90. Y si te dejas las uñas largas tocas todos los botones a la vez. Esa es la única razón por la que yo me muerdo las uñas. Sé que no es bonito, pero a mí me gusta hacerme la vida más fácil, como Ikea.

Yo recuerdo de pequeña llevando la tele a la casa de verano, y yo era la encargada de sintonizar la tele. Una hora con los deditos pelados, girando una ruedita a una velocidad media, hasta que veías que los puntos se convertían en rayas, y de ahí muuuuuuy lentamente, llegábamos a imagen. Pero ahí no acababa todo, todavía quedaba el tema “hay que poner los cuernos en la tele que se ve como niebla…”. Y ahí estabas tú, haciendo caso atenta, - A la derecha, a la derecha. Un poco al centro…, no, mas a la izquierdaaaaaa, ¡¡ahí!! Quédate quieta, ¡¡ahí perfecto!!-. Y soltabas las antenas y la cagabas, y siempre había alguien gracioso en el hogar – ¡¡Pues te vas a tener que quedar agarrando los cuernos para siempre!! Jijiiji - .

Por suerte, hoy en el mando le das a un botón, y la tele a toda leche te sintoniza 55 canales, en el riguroso orden… que a la tele le da la puñetera gana. Luego te toca ordenarlos, porque a todos nos gusta tener la 1 en el numero 1. La 2 en el 2… y así sucesivamente. Hasta que llegas ya a los canales popurrí. Que esos ya son al gusto. Según manías.

Luego pienso en el tema móvil. Para qué pensar en los Motorola y Alcatel que tuve en mi poder en los primeros años de móvil, que sólo con la vibración oías el teléfono aun teniéndolo en el armario entre una docena de toallas. No hacía falta el sonido. Pero más que pensar en eso pienso en como vivíamos sin ellos. Antes llamabas a alguien a su casa por teléfono y si no estaba, pues no estaba. No podías quedar, te quedabas en tu casa, o te echabas a la calle por si la encontrabas por las zonas típicas. En el fondo te hacías callejera y te socializabas. ¿Ahora? Tú quedas en un bar, y cuando llegas, desde la puerta llamas, para qué esforzarte. – ¿Estoy en la puerta, dónde estáis? -. -¡Al fondo!- Y entras.
O esperando al autobús o al metro. Antes te quedabas mirando a la nada, analizando las fachadas, o fichando al chic@ de tu lado. ¿Ahora? No ves a nadie. Llegas, ves que el bus no llega, y metes la cara directamente en el móvil. Tienes varias opciones. Con los primeros móviles o mandabas sms o llamabas a alguien para amenizar la espera, no te daba más opciones. Bueno, algunos afortunados teníamos el tetris en blanco y negro. ¿Ahora? Puedes ver una peli en tu móvil, o chatear, o bajarte música, o localizar el punto exacto del bus y calcular el tiempo estimado de espera.

¿Y el microondas? Yo recuerdo muchas conversaciones de aquellos años en los que mucha gente se negaba absolutamente a comprarse un utensilio que emitía ondas sobre los alimentos. En aquellos tiempos, si se te olvidaba sacar la chuleta del congelador el día anterior, pues te tocaba comer huevos, y a callar. ¿Ahora? En 3 minutos descongelas la chuleta, pero tienes que tener cuidado, porque si te pasas de minutos, las cosas explotan. Qué potencia de cacharros. El otro día descongelando un palito de “chaca” la lié parda. Acerqué la carita a la ventanita del microondas y descubrí claramente que la “chaca” congelada es puro plástico.

Pero la tecnología ha cambiado sobre todo para las vidas ficticias. Aquellas maravillosas cintas de cassette, que si se te estropeaba el botón de rebobinar del walkman ahí estabas, con el boli bic, mientras estudiabas, pasando poquito a poco toda la cinta. Y las maravillosas pelis de video VHS. Lo que jodia coger una peli en el videoclub y que ¡¡¡te la diesen sin rebobinar!!! Te tirabas 10 minutos rebobinando esperando el clin-clon-cotoclon que te indicaba que ya estaba. Y luego la ponías y se veía fatal y todo el mundo te gritaba, - ¡¡DALE AL TRACKING, DALE AL TRACKING!!-. Y te tirabas al suelo de rodillas abriendo la tapita del reproductor de video, y dando toquecitos al tracking, y ¡¡ya estaba!!! . Ahora metes el DVD, y no se ve y ni tracking ni leches, todos a soplarlo, a restregárselo en el jersey, a echarle el aliento y a volver a meterlo. Como cuando metes el dinero en la máquina de tabaco y la moneda cae todo el rato, que la coges y la frotas contra el metal, y de repente ¡¡solucionado!! ¿Como sabemos esas cosas? No lo sé, es conocimiento innato de la sociedad tecnológica actual. Pura ciencia.

Y tantas y tantas cosas por comentar, que no comento porque no puedo. No, no es por falta de tiempo, se escapan a mi inteligencia. Al fin y al cabo yo hacía los trabajos del cole con la enciclopedia Larousse, y la mayor tecnología que usaba en clase era chupar la goma para borrar boli…

























1 comentario:

  1. Buenísimo, pero se merecía un hueco las conexiones a internet de antaño, cuando hacía ese ruido tan sospechoso, te quedabas sin línea telefónica y para descargar una imagen necesitabas la tarde entera...
    Muy bueno, loca, me he reído muuuucho!!

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