jueves, 2 de agosto de 2012

Marea azul


Dice una canción de Extremoduro, “Va a subir la marea, y se lo va a llevar todo…”. Tiene añitos ya, pero me pasé media carrera estudiando con la música de Extremo a tope en mis orejas. Así me fue.  Ahora mismo no tengo ni idea de ninguna asignatura, pero las letras de las canciones las tengo al dedillo. Qué cosas oye.

Bueno, el caso es que  eso  pasa, la marea sube y se lo lleva todo. Ir a la playa en el norte es lo que tiene, olas, surf, y la marea que sube y baja y arrasa por donde pasa. Estos días las playas se llenan hasta el infinito, y con el calor todo el mundo quiere estar en la orilla. Total que tú estás súper a gustito en primera línea tumbada panzarriba, como recién caída de un avión,  y se te ocurre la pregunta:

 - Oyeeee, ¿A qué hora es la pleamar?-.
Y siempre hay alguien en tu entorno totalmente informado que te responde - A las 16:00 - .
- Andaaaaa,  ¿Y en qué hora vivimos? - .
- Son las 14:05 – te vuelven a informar.
Y tú sigues ahí, impasible, el placer del sol en la cara te impide hacer el más mínimo movimiento -  Ahhh, ¿Y a cuánto estamos del  agua? -.
-  A unos… 16 centímetros – te dice tu informador métrico decimal.
 - Joder, igual nos movemos ¿no?-.

Cuando de repente un surfer se baja de la tabla justo encima de tu toalla te das cuenta de que es el momento, no time, hay que recoger y cambiarse de sitio ya mismo. Y en eso estás, con tu pareo enroscado en el cuerpo, arrastrando el capazo enganchado al tobillo, las chancletas puestas al revés, subiendo por la playa a trompicones buscando tu nueva ubicación mientras oportunamente oyes que te suena el móvil, cuando ves que los de tu izquierda andan despistados y les pilla la típica ola cabronceta que viene con fuerza y parece que deja intuir una sonrisa entre la espuma. Porque el mar es naturaleza, y la naturaleza es sabia, y cuando quiere unas gafas de sol y un unas chancletas nuevas, se abalanza a la orilla pillando todo lo necesario. El mar se va de compras.

Cuando les pasa a los demás es las risas, gente corriendo intentando salvar sus pertenencias  y tú descojonándote porque ves que se les ha olvidado una chancleta y se la lleva el agua. Pero da igual, tú observas y no avisas, y no es maldad, al fin y al cabo, es sólo una chancleta, ya ha salvado el móvil que es a por lo que todo el mundo se lanza primero. Da igual que la marea se lleve a su esposa y sus dos hijos mar adentro, ya ha salvado el Iphone, no necesitas nada más.

Aunque es mejor no reírse muy alto porque los que nos movemos por la playa huyendo de la ola cabronceta lo solemos hacer por fases. Ahora subimos un poquito, y vuelve a llegar el agua, y ahora otro poquito, y vuelve a llegar el agua, y en una de estas te arriesgas a perder también las chancletas. Pero la vida es riesgo… Prefiero perder una chancleta a que me ardan los sobacos lejos del mar.

Y yo a eso estoy esperando, en 2 días me voy lejoooooos, y espero que me pille la marea y se lo lleve todo. Yo no me renuevo en Año Nuevo, yo me renuevo en vacaciones. Vivo los años por cursos, como en el cole, el año para mí era de Septiembre a Junio, pues ahora igual. Así que espero que cuando esté en la playa venga una ola y se lleve todo lo malo de estos meses pasados, todos los marrones existentes. Los económicos, los personales, los laborales, la puta crisis… Y volver con nueva vida, nuevas expectativas y un moreno de catálogo, ese color que aparece en el pantonario, un moreno homologado. Porque cuando estás morena todo se ve distinto.  Dicen que verlo todo negro es malo, pero yo, si en el espejo me veo toda negra, me vengo arriba. No hay nada que me guste más que tener los pies negros, no, no quiero ser una homeless (aunque hoy en día estamos todos al límite) no, me vuelve loca mirar hacia abajo y ver dos conguitos abrazados por las tiras de las chanclas. Bueno, me encanta eso y no tener marcas, así que en la playa la lio. Esto me lo quito, esto me lo meto por aquí, esto me lo aparto hacia allí, ay espera que viene no sé quién y se me ve el tal y me asoma el pascual…  Que no sé para qué me gasto pasta en bikinis, si luego en la playa parezco un Picasso, no sabes dónde va cada cosa. (Es que soy de ciencias, y el arte se me escapa por mucha obra de arte que sea, soy de cerebro cuadriculado, dos más dos son cuatro, eso lo entiendo, lo abstracto, se me va, “no válida”).

Hace un par de veranos grabé un video en una playa solitaria, sólo de mis pies descalzos alcanzados por una olita, el agua sube hasta mis tobillos y se va, y vuelve hasta mis tobillos y se vuelve a ir… Y cada vez que tengo momentos estresantes, de los malos, malos, malos, miro ese video y me da una paz...
Podría colgarlo en este post, al fin y al cabo os cuelgo muchos videos, pero noooooo, a ver si algún avispado me reconoce por mis pies en una cala sureña este verano, y la tenemos. Kaña-mon quiere mantener su anonimato, y hoy en día con el Iphone creo que hay aplicaciones que hasta te identifican por los pies. Una foto de un pie y te da DNI, edad, teléfono y número de asignaturas suspendidas en octavo.  Es la Grissom-app. De pago, por supuesto.

Yo me quería despedir de este post como siempre, con una pequeña referencia a mi vida ficticia, pero no he sido capaz. No se me ocurre ningún video que plasme la paz de las vacaciones, y eso sólo significa una cosa, necesito un descanso. De vida real y de vida ficticia.

Así que me piro, os veo en un mes, renovada, morena, contenta y con nuevas ideas para echarnos una risas reales con mis vivencias ficticias...

¡¡Feliz verano!! (Azul, por supuesto).