viernes, 8 de abril de 2016

Ciencia o ficción

Últimamente está de moda la ciencia ficción.
Yo soy más de thrillers psicológicos, y soy de esas catetas que cuando no entiendo el final pienso _ ¡¡Menudo peliculón!! _.
Será que me sobreestimo y creo que no la entiendo porque es un estilo neo-culto que no cierra los finales, en lugar de pensar que soy corta y que esta peli no era para mí. Así que me meto en un foro, y me leo el primer comentario donde ponga “spoiler” y me quedo como Dios.
Tiendo a creer lo que leo. Bueno, no siempre.

Acabo de leer que una patada en los testículos equivale a 9mil en la escala de dolor. Similar a un parto. Yo no sé hasta dónde llega esa escala. Pero si hay algo que tengo claro es que nadie puede saber si esos dos dolores son similares, ¡¡puesto que nadie puede experimentar los dos!!.  

Yo solo sé que tengo una amiga que parió a pelo. Supongo que habrá muchas personas en el mundo que lo hacen, voluntariamente o sin remedio. Yo solo le conozco a ella y para mí desde entonces es superior al mundo. La veo hasta más alta. Para mi ella es la que explica los finales en el foro sobre las películas de Neo-culto. El caso es que no anduvo rápida en llegar al hospital, y se chupó a pelo contracciones, dilatación, expulsión y puntos. Así, mirando al techo, y con su churri al lado histérico en plan - ¿qué hago? ¿Qué hago? -.
Ahora que está de moda debatir quien ganaría en una pelea, si Batman o Superman yo lo tengo claro. Mi amiga. Y ¿Superman contra Ironman? Mi amiga. Y ¿Spiderman contra Thor? Mi amiga. Y ¿la Mujer Biónica contra mi amiga? Ahí depende de si la mujer biónica ha parido a pelo. Podría quedar en tablas.

Lo que está claro es que la realidad súper la ficción. El otro día alquilé un coche y era futurista. Bueno, no sé si era futurista, pero por lo visto yo soy “pasadista” y no entendía ni leches.

Yo pedí un simple, barato y pequeño coche para mis quehaceres del momento, y el tío de la empresa de alquileres muy amablemente  y con toda la ilusión me hizo el “favor” de darme por el mismo precio un coche del futuro, con unas dimensiones claramente NO SOLICITADAS. Cuando me monté en el que iba a ser mi coche los siguientes 5 días, mi cabeza cogió medidas cual Robocop ochentero, y visualicé una imagen del coche metiendo tripa entre las dos columnas de mi garaje, conmigo saliendo por la ventanilla…
Qué le vamos a hacer. Arranqué mi Entreprise. Me costó un rato, porque no había lugar donde ubicar la llave de contacto, y tras unos minutos haciendo el ridículo metiendo la llave en varios puntos absurdos (hueco del CD, ranura del aire…) y diciendo entre dientes “ARRANCAR” y “A CASA KIT” por si eso era como el móvil y tenía reconocimiento de voz, le di al botón correcto y pude dirigirme al lugar que en ese momento albergaba todas mis preocupaciones. Ni los papeles de Panamá, ni el Isis… MI GARAJE. Ese tipo de garaje que cuando coges la parcela te exigen 10 años de carnet y certificado compulsado por la OMS de que no padeces del corazón. Pero como lo he hecho mil veces, llegué como distraída, como sin darle importancia… y aquello pitaba que daba gusto.

- ¿Cinturón? - Puesto.
- ¿Luces? - Dadas.
- ¿Puertas? – Cerradas.

Si, ya sé que mis lectores sois muy listos y sabéis que me avisaba de “roce cercano…”. Prometo que me bajé 4 veces del coche, le di vueltas, lo comprobé en reiteradas ocasiones, Y ¡¡NI APARCANDO CON LAS 5 PUERTAS ABIERTAS ME ROZABA CON NADA!! El ingeniero que definió las “distancias de riesgo” nunca ha aparcado en un pueblo costero en agosto… El caso es que aparqué con la música a tope para no oír el PI.PI.PI.PI que me ponía histérica, calculando a ojímetro y con la mano en el respaldo del copiloto, como lo he hecho toda la vida con coches normales sin vida propia. Y una vez apagado el motor, y cuando ya me sentía victoriosa… A tomar por saco, no hay freno de mano.  

- ¿Este botón? – Parabrisas trasero activado.
- ¿Esta palanca? – capó abierto.
- ¿Este otro? – Asiento caliente.

Con los cristales empañados, el culo a 100 grados y una mala ostia monumental por llevar 15 minutos para hacer algo que normalmente me lleva 2, me dispongo a llamar a mi amiga la que parió a pelo, para que me brinde su sabiduría y templanza, pero se me olvida que estoy en la planta “-5” del garaje. Es más fácil encontrar magma que cobertura.
Las cucarachas van con chancletas para no quemarse los pies.

Opto por buscar por el coche el manual. Y allí, metida en el coche con la lucecita del techo encendida, parecía que preparaba el atentado de las torres gemelas en coche ajeno y sin testigos.
Por fin, encuentro el puñetero botón del freno de mano oculto ingeniosamente por el ingeniero que tiene problema para calcular distancias, y me marcho con el culo sudado, con la sensación de que estaría bien una sociedad donde lo único automático fuera el cañero de Mahou, y el único avance fuera la epidural.