lunes, 28 de noviembre de 2011

Batallitas

Últimamente me ha dado por las pelis de acción, unido a ficción, unido a guerras, unido a mitología… Desde vampiros, a luchas encarnizadas de Espartanos, pasando por chupacabras habladores.
Estoy impactada con la acción y los efectos especiales. Viendo 300, con sus batallas me quedo en shock. Si, sé que los hombres y las luchas están hechas por ordenador, pero yo soy muy soñadora, y sigo creyendo que existe un lugar en el mundo con  todos esos hombres, tal cual. Por lo visto Mykonos, la isla de Grecia, se acerca mucho, pero allí los hombres hacen más el amor que la guerra...
Ya sé que os he dejado claro que no me gusta el tema sangre, pero estas batallas van a toda leche, no se ve la herida en sí. Se ven espadas chocando contra personas y saltan cachos, pero yo me imagino que son trozos de la ropa que se le han soltado las costurillas y me quedo contenta. No analizo más las imágenes, eso se lo dejo a Cuarto Milenio.
La verdad es que la batalla que aquí os dejo es brutal, especialmente atentos a cuando el tío avanza con la lanza, impresionante, es un tema que me hace pensar.


Un tío atraviesa a otro de lado a lado con una lanza mientras se acerca hacia él a toda velocidad, y con un simple gesto de brazo, vuelve a sacar la lanza como si no le costara…  Mientras, en la otra mano sujeta un escudo de 20 kilos, y en la cabeza un casco que además de pesado no te deja ver una leche, a no ser que seas Leticia Sabater, que abarca más campo. ¿Cómo lo hacen? ¿Les entrenan desde niños? ¿Tienen brazos biónicos? Porque lo cierto es que el brazo de este tío es como mi tronco. Es una mezcla entre el cuello de Alonso, y la muralla china.
Yo me imagino en esta situación, y resulto bastante patética. Yo me veo clavando la lanza ¿no?, pero joder, no se hunde ni un poquitín en el torso duro del contrincante. La empujo a rosca, aprovechándome un poco de la paciencia del contrario. Una vez enroscado y sudando como un pollo, veo que la he clavado 1 centímetro y medio, vamos que el tío ni sangra. Le miro a los ojos y él mirando la hora en su reloj de arena, me mete un tortazo con la mano abierta y… K.O.!
Hay otra opción, si por un casual consigo atravesar al hombre, yo que sé, porque el hombre está fondón, o blandito, o un poco leproso o por cosas del destino, gran cagada también, porque le atravieso, vale, pero ¡¡ya me he quedado sin lanza!!! ¿Cómo la saco de ahí? Jodeeee, le tumbo en el suelo, me subo en él con los dos pies para hacer fuerza y con las dos manos tiro de la lanza, y una de dos, o me caigo para atrás y me desnuco, K.O.,  o me rodean todos los soldados, flipando, y me estampan con la mano abierta, K.O.
Vamos, soy como una abeja, si clavo el pincho, muero irremediablemente. Así que si me encuentro con esta gente, mejor que sacar mis armas puntiagudas, será sacar mis armas de mujer. Tendré mas posibilidades.
Luego están las luchas rollo “uno contra uno”. Recuerdo en Troya cuando Brad, (perdón Aquiles), lucha con un armario de 2x2.



Yo me esperaba 20 minutos de lucha, sangre a mansalva, a Brad, (perdón Aquiles), con el casco mirando para Cuenca y el taparrabos giratorio. Y qué va oye, apenas un segundo y se carga al armario. También es verdad que si yo soy el actor que interpreta al armario hubiera elegido una muerte rápida. A fin de cuentas ese hombre llevará toda su vida en el gimnasio, comiendo arroz y pollo, teniendo en casa calefacción de gas butano para entrenar con las bombonas. Todo para tener el cuerpo más musculado del mundo, y el pobre sabe positivamente que para una vez que sale en primer plano en una peli, ninguna mujer le mira, porque está atenta a Brad, (perdón Aquiles), que hasta con falda es morboso. Podría hacer toda la película vestido de lagarterana, y seguiría siendo el más deseado. (Cuenta una leyenda que para esta escena, se buscaron figurantes cachas en la zona de Mykonos, pero tuvieron que eliminarles del plano. Era imposible frenarles al paso de Brad (perdón Aquiles) a caballo entre las tropas, y hubo que cortar la escena varias veces… Una pasta gansa en bocadillos.)
Esta batalla tan corta me recordó en su momento a la de Harrison Ford en “En busca del Arca Perdida”, cuando un espadachín saca su espada para tener una pelea con Indiana, y éste si limita a pegarle un tiro sin movérsele el flequillo.


Hombre, las razones para una lucha tan corta en este caso son bien distintas. En el guión de “En busca del Arca Perdida”, la escena era una larga pelea de sable contra sable, pero se dice, se comenta y se rumorea, que Harrison tenía disentería, con su correspondiente diarrea. Así que suplicó a Spielberg que eliminara esa escena, porque estaba a punto de hacerse reversible. Y Spielbierg que es muy majete, eliminó 3 páginas de guion, a cambio de un disparo certero de un segundito de nada. Curiosamente se ha convertido en una de las escenas más conocidas de la saga. Así que efectivamente Harrison hizo una escena que te cagas.
Hay una peli que me dejó especial huella, no sé por qué, pero cuando en Gladiator todo el coliseo anima a MAXIMUS, me dieron ganas de ser uno de los que estaban dentro de los escudos, en unión, luchando contra las cuadrigas. Es cierto que se me quitaron las ganas cuando vi que las cuadrigas tenían cuchillas que le cortan los tobillos de cuajo a uno de los luchadores por sacar los pies del tiesto... ¡¡¡A ver!!! ¡¡¡A ver!!! ¡¡¡Eso no hombre!! Luchas limpias, y no me refiero a sin trampas, sino sin dentera por favor. Ahí va el pobre hombre ahora, que en lugar de andar, se clava.  
Yo creo que esa película me gustó especialmente por la música. Las batallas adornadas con musicones, con bandas sonoras de locura, son mucho mejores.
No me imagino las cuádrigas de Gladiator, corriendo al ritmo de EL VENAO. Pues fijo que la lucha pierde intensidad.
La música afecta mucho. Una vez, hace unos cuantos añitos, intente probar a ver PESADILLA EN ELM STREET, pero cada vez que empezaba la música de tensión, yo me daba la vuelta a los ojos, y me tapaba los oídos. Así que un día intenté un invento. Cuando empezaba la musiquilla de terror, le daba al play al cassette y sonaba a tope Roxette. Os puedo asegurar que así, sí se puede ver. Sigue dando el mismo asco, pero por lo menos no te meas en el sofá porque te da miedo ir al baño.
En mis series de culto la música también es importantísima, de hecho, hay una que me encanta, pero si queréis conocerla os recomiendo oír esta música antes de ver la serie. Más que nada, porque una vez vista la serie, cada vez que oigáis este maravilloso sonido no podréis evitar llorar como magdalenas. Yo os pongo el link, pero imposible escucharlo… un drama. (os lo dejo en directo, no quiero montajes de videos, todos destripan algo del final...)


Los que hayáis visto la serie de culto de la que hablo, lo sabréis en cuanto toquéis el PLAY. Los que no, podéis saber la solución, poniendo el monitor boca abajo. ().
Yo supongo que siendo lectores mios, seréis medianamente inteligentes y hábiles en cuanto al tema visión espacial, y con un vistazo rápido, habréis sabido la solución, pero si no es así...
Si estáis en el metro leyéndome en el móvil, el de enfrente estará pensando, - Qué hace este gilipollas con el móvil al revés -. Si este es vuestro caso, le recomendáis mi blog, gracias. Si me estáis leyendo en casa, vuestra pareja, madre, padre, hermano, dirá,- Qué hace este gilipollas girando la cabeza delante del ordenador-, y probablemente piensen que estais viendo porno, alguna postura díficil de entender, ahí os las apañeis con las explicaciones.
Si estáis en la oficina es probable que estéis delante del ordenador sonriendo, y por mucho que no os vean la pantalla está clarísimo que no estáis currando, bienvenidos a mi mundo. 
Si estáis dando la vuelta al monitor, por favor, dejad los porros. Y si no os ha hecho falta leer la solución porque habéis reconocido la música de la serie en cuestión, sé que es difícil no llorar, pero dejad de quitaros los mocos con la manga hombre... Ay, ¡¡¡si Aquiles levantara la cabeza!!!!




domingo, 13 de noviembre de 2011

Sobre la marcha

Salón de mi casa, desorden absoluto, manta hecha una bola en el sofá, cojines bajo la manta, el mando a distancia asoma entre los cojines. Salgo de mi habitación envuelta en el nórdico, me asomo al baño, me miro en el espejo. ¿Cuándo me pinté ayer los labios de negro? Ah, no es pintalabios, es el rimmel, que se me fue trasladando por la cara. Voy al fregadero, AGUAAAAAA. Me llevo el vaso a la boca con ansia, después del segundo trago noto como el agua cae en bloque en mi estómago vacío. Necesito Coca Cola, no tengo, joder, me retumba la cabeza y solo oigo un lejano piiiiiii. Quiero llorar, pero no puedo permitir el lujo de deshidratarme ni un poco más.  
24 horas antes
-¿Dígame?
-¡¡Hola!! ¿Qué haces? –
-Pues aquí, escribiendo un post –
-¿Si? ¿Sobre qué? -.
-Pues aun no lo tengo claro, tengo varios frentes abiertos, y ninguno me convence, mi vida ficticia es complicada-.
-Eso es porque es sábado por la mañana, tú eres más nocturna. Además, un día deberías escribir sobre tu  vida real-.
-¡¡Si anda!! ¿Y qué cuento? -
- No lo sé, tú eres la creativa. Aperitivo y potes, ¿y lo pensamos?
-Me parece bien… ¿Volvemos a comer a casa?
-Pues no lo he pensado. A ver quién se anima. Sobre la marcha…-
Y esas son las palabras mágicas, así empieza todo.
Reconozco que los fines de semana  no hay frase que me guste más que “SOBRE LA MARCHA”. Al fin y al cabo mi vida ficticia está totalmente guionizada, no hay opción al destino…
En cambio un “sobre la marcha” empieza un mediodía en un bar del centro, la gente va llegando poco a poco, como con prisa, a tomar “un par de potes y me marcho”, pero en estos casos al final siempre te acabas acomodando.
Se cancelan comidas con hermanas, tardes de compras… Y a las 5 de la tarde estás pidiendo un copazo en el italiano de turno después de comerte un plato de pasta porque “o hacemos masa o esto se nos va de las manos”.
Y se nos fue.
A las 19:30 estábamos 6 amigas, en plan melé, en un bar diminuto, quitándonos la palabra unas a otras para contar las cosas más absurdas del mundo, en el tono más alto posible.
Es que cuando te has dado a las copas, tu tono sube unos decibelios, y todo el bar se entera de que “salí con un chico que tenía el pelo como una Menina, lo juro”. Y además de que te oye todo el bar, encima lo repites mil veces, por si acaso, no vaya a ser que los que llegan nuevos pierdan el hilo. Es importante además, decir su nombre y 2 apellidos, por si su primo pasa por allí.
Así que recuerdo que allí estábamos, aireando todas nuestras miserias a voz en grito, cuando decidimos cambiar de bar porque de repente ¡queremos musicón!! Pagamos una cuenta astronómica entre cervezas y copas, y nos dimos a la calle, sin haber tomado una decisión sobre nuestra próxima parada.
Llega la noche, y ese es el momento en el que normalmente toca reponer el bote. Entre bar y bar nos fuimos desperdigando a gritos. ¡¡Voy a un cajero!! ¡¡Y yo!! ¡¡Y yo!! ¡¡Yo a la Caixa! ¡Yo necesito BBVA!! ¡Yo un 4B!! ¡¡Yo vomitar!! Porque cuando estás en ese estado, todo hay que contarlo, nada te lo guardas. Entras en un bar y una dice, -voy a pedir-, y otra – voy a mear-, y otra – me voy a quitar el jersey que sino luego tengo frio al salir - , y la otra – este zapato me hace rozadura - , y la otra – ¡me encanta esta canción!-, pero lo curioso es que nadie escucha a nadie. Ya estás en ese momento que se puede ir toda la cuadrilla a casa sin avisarte, que tú tardarás un mínimo de 20 minutos en darte cuenta de que estás sola. Yo una vez me tiré media hora de copeo con una tía convencida de que habíamos trabajado juntas, hasta que me di cuenta de que simplemente me sonaba su cara de que había concursado en un popular programa de tv del canal autonómico de mi tierra. Si, ella me decía todo el rato que no, que no habíamos trabajado juntas, y que no me conocía de nada, pero como os digo, ya no escuchas a nadie.
Total que allí seguíamos ¿cuánto bote ponemos? Venga, 20 euros. Cada una sacamos un billete de 50, allí, en círculo, que parece que estamos jugando a piedra, papel o tijera, y nos quedamos mirándonos en plan… y ¿esto ahora cómo se hace?
Es imposible calcular. Todo el mundo se queda quieto mirando los billetes, y alguna que es más lista o se ha tomado una copa menos, dice, - yo le pongo a ésta, tú a la otra, esto lo quitas de aquí, redondeas por allí… y ¡¡tú lo llevas!!
Jodeee, lo de llevar el bote es un horror. Yo no sé pagar. Yo a partir de la 2ª copa voy a la barra y pago con el billete más grande que tengo. Total que llega un momento en el que la que va a por una ronda te pide el bote, y le das 4 kilos de monedas de 2 euros. – Zdoma! ¡¡Yo ron!!-
Y viendo el percal te dice, - Ay, no, yo voy al baño, igual tardo mucho, mejor que vaya otra a pedir-. Yo ahí ya no puedo, si no hay billetes no sé pedir. Tengo que hacer como las ancianitas en el supermercado, que le abren el billetero a la cajera, y ella misma se cobra. La edad es muy mala, pero el alcohol te vuelve idiota.
No hay más que ver cómo te puedes tirar 2 horas muerta de risa, diciendo sólo una palabra que en la comida ha formado parte de una anécdota. -¿Te acuerdas de lo de antes que hemos contado del armario? -. Y te mueres de risa. Y 5 minutos después otra dice, - si! ¡¡Armario!! Y todas descojonadas otra vez… Y cuando te estás yendo a casa mandas un sms a todo el mundo. – ARMARIO - Y todo el mundo te responde,- JAJAJAJA -.
El caso es que he decidido compartir mi vida real vía post, pero me he dado cuenta que no puedo contar la noche, porque si junto todo lo que recuerdo no me salen más de 16 palabras. Es que estas juergas no te dejan recuerdos, te dejan “flashes”. Son momentos que te vienen a la cabeza de golpe, sin ninguna razón, y que te muestran segunditos sueltos de la noche.
Hay flashes que son comunes a todas las noches de fiesta, siempre se repiten:
La cola del baño… Tu amiga discutiendo con el tío que nos ha tirado las chaquetas de la barra… El tío pesado que se empeña en que te conoce… El momento en el que encienden la luz del bar para echar a todo el mundo… Y los pisotones.
Tengo un número 36 de pie, y soy la persona más pisada del planeta. La gente no me pisa, se sube en mí, y se queda un rato. No lo entiendo. He llegado a llorar, no del dolor, sino de la impotencia de ¿Por qué? No, en serio ¿por qué? Tiene que tener alguna explicación. Y me preocupa tanto, que tengo pesadillas recurrentes con que se me caen los dedos de los pies. En internet he leído que tiene que ver con “pérdidas masivas de dinero”. No es mi caso, porque es cierto, los sábados de SOBRE LA MARCHA son caros, pero no es una pérdida de dinero, es una inversión!!. Inviertes en anécdotas.
En un sábado suceden las anécdotas que normalmente sucederían en 4 meses de vida, así que siempre merecen la pena y a la larga, son de lo más rentables.
De hecho, a pesar de que mi domingo está siendo doloroso, y me ha sido imposible centrarme en mi serie de culto actual, estoy encantada.
Solo me arrepiento de una cosa. Ayer no hice bien algo. Nunca puedes llevar tacones en un SOBRE LA MARCHA. Hoy no puedo apoyar las plantas de los pies. Es como si hubiese sido la noche de San Juan, y hubiera apoyado los pies sobre las brasas durante 2 horas y cuarto con un tío de 100 kilos subido en mis empeines. No sé si lo llegáis a entender, pero para que os hagáis una idea, he pedido comida china, y he tenido que ir hasta la puerta de rodillas. El chino ni se ha enterado, era de mi mismo tamaño.
Porque claro, un día de resaca sin comida china, es como un día de resaca sin dolor de cabeza. Un imposible. Pero esta es otra historia que tendremos que compartir otro día. Me voy a la cama, a gatas.  

domingo, 6 de noviembre de 2011

Rh positivo

En estos días ha sido Halloween. Y no sé por qué, desde hace unos años va cobrando fuerza ese término frente al “Dia de Todos los Santos” de toda la vida. Al final los americanos nos contagian todo. Sus hamburguesas, su música, su cine… y ahora sus fiestas. Bueno, no me voy a poner a criticar yo ahora eso, cuando soy la fan number one de sus realities, sus series, sus series, sus series…
El caso es que Halloween, es una noche para el miedo. Y para miedosa yo, que no podía ver El Internado con la luz apagada. Si, esa serie para adolescentes de Luis Merlo, pues yo me acojonaba un montón. Es que no puedo con las imágenes de niñas con camisones blancos hasta los pies en pasillos solitarios, y sobre todo cuando avanzan diciendo con su dulce voz “tengo miedo, tengo miedo”. Coño niña, pues vete a la cama y mete la cabeza debajo de la manta como hacemos todos. ¡¡Quién te manda salir del cuarto!! ¿Oyes un ruido? Te tapas con la manta, y se acabó. Lo de enfrentarnos a nuestros miedos es un truco de los psicólogos para que cuando lo hagamos, nos cree un trauma y tengamos que seguir yendo a su consulta de por vida. Aquí lo que hay que hacer es evitarlo, ¿Miedo a los perros? Cruzas de acera. ¿Miedo a los insectos? No vayas al campo. ¿Miedo a los muertos? No te mueras.
El caso es que yo el miedo lo puedo soportar, a duras penas , a costa de maldormir, gastar mucho en luz, e ir cantando a voz en grito cada vez que tengo que hacer pis de madrugada. ¿Vosotros no hacéis eso? Te haces mucho pis, pero no te atreves a levantarte de la cama porque te giñas viva (qué ironía), así que te auto-convences y dices, - ¡¡Venga, cantando!!-, y te levantas y vas a voz en grito ¡¡LA CUCARACHA!!,¡¡LA CUCARACHA!! ¡¡YA NO PUEDE CAMINAR!!,¡¡PORQUE NO TIENE…!! ¡¡PORQUE LE FALTA…!! Y vuelves a la cama y te tiras en plancha como alma que lleva el diablo.
Hombre para creer en esto hay que ser un poco irracional, porque, a qué tienes miedo ¿a los vivos o a los muertos? Porque si hay un asesino detrás de la puerta, qué pasa, que si te oye a voz en grito, hace… - Uff, mierda, mi cuchillo jamonero pierde el filo ante LA CUCARACHA, me voy de aquí antes de que me vean -.
Pero, es que si tu miedo es al espíritu de la niña muerta 200 años antes debajo de tu edificio, no creo que sea mejor… – ¿qué oigo? ¿La cucaracha?? Ah, no, pues aquí no me manifiesto, los insectos me dan mal rollo desde que me podrí en la tumba, me reabsorbo sigilosamente - .
También te puede pasar que el que te oiga sea un vivo de los buenos, como un vecino, porque yo sinceramente en los garajes también hago esto, y es un poco ridículo. La que asustas eres tú, que es un poco fuerte llegar a de currar agotado a las 9 de la noche, y que salga una pava entre dos coches, ¡¡LA CUCARACHA, LA CUCARACHA!!! Pues para qué engañarse, eso tiene que asustar.
El caso es que como veis el miedo lo puedo soportar, pero con lo que no puedo es con el asco… Reconozco que al ser adicta a series, me gusta mucho la acción, y me encanta lo de malo-y-bueno-se-pegan, parece que gana el malo y de repente el bueno se revoluciona y le pega una paliza que le deja el labio unido al ojo. Siempre sin matarlo claro, porque es bueno… Pero ¿y cuando es al revés? ¿Por qué los malos son tan denterositos? Claro, es que no pueden matar al bueno así de un plumazo, porque tienen que dejarle sentado un rato, y mirar para otro lado para que le puedan salvar sus amigos. Pero y mientras ¿qué hacen con él? Pues torturitas varias…
Yo hasta hace poco, estaba acostumbrada a mucha amenaza, pero luego nada de nada. Como mucho la brecha de la ceja, la típica, que ya estás acostumbrada y ni te da dentera ni nada. Pero es que de repente he visto una serie, en la que amenazaban, y 2 segundos después pasaban a la acción, y yo no estaba preparada, no me lo esperaba… Total que yo no sé si el protagonista aguantaba el dolor o no, porque con mis gritos y saltos histéricos, pues no oía al prota. Eso me ha servido para comprobar que a mis vecinos se la pela que me despellejen, por más que grito y salto, allí no se preocupa nadie.  
Pero bueno, volviendo a las torturillas, qué es eso de – ¡O hablas o te corto un dedo! -, y clack, ¡¡se lo corta!! A ver, estaba colocándome bien la manta, y ahora estoy al borde del colapso y me he tragado el chicle. ¡¡Guarro!! Esto no se hace, y menos sin avisar.
Hace varios años, cuando una peli era violenta, o demasiado sexual, o para adultos, pues te avisaban. Ponían 2 rombos, y era el momento en el que en casa te decían – A la cama -. Pues yo sólo pido que me avisen también cuando una serie de culto es muy sangrienta, ¡que me pongan 2 morcillas en la esquina superior derecha! Que yo no voy a dejar de verla ¿eh? Pero con un cojín en la cara. Que a mí con imaginármelo me vale, no me hace falta verlo.
-¡¡O hablas o te corto las uñas de los pies con esta podadora!!-
En ese momento aparecen las dos morcillas, y yo, me tapo los ojos, y para cuando me destapo el tío esta vendado y ni cojea… Y ya me espero a la pelea típica de – yo te doy una patada voladora, tú me devuelves un puñetazo abre pómulo - que esas son las que me molan. Y siempre uno contra uno, que cuando son muchos sujetando y uno dando, también me angustio un poco…
Todavía me acuerdo de la serie de Mike Hammer. Ayyy, lo que sufría yo con las leches que le daban a ese hombre. Hasta tal punto, que desde entonces me dan pena los señores con bigote. Parece una tontería, pero es grave ¿eh? ¡Que Pinochet me daba pena cuando le juzgaron! , no podía ver el juicio a Pinochet. Eso sí, aféitale el bigote y déjamelo un par de horas. Le hago un bigote de chinchetas.
Pero que no solo pasa en la ficción ¿eh? Que en la realidad es peor. Viene una amiga, con el dedo vendado, y claro, preguntas, - ¡Anda! ¡Qué te ha pasado! -.
-Se me rompió un vaso fregando, y acabé en urgencias – te contesta.
Ahí, tú ya sabes perfectamente lo que ha pasado, se ha roto un vaso y se ha cortado, punto, no quiero más información, solo quiero que su dedo evolucione favorablemente pero que no me lo cuente. Pero siempre hay alguien…
-¿Pero cómo exactamente? ¿Y te han dado puntos? ¿Cuántos? ¿Cómo era el tajo? ¿Profundo? ¿Veías el horizonte a través de él? ¿Y mucho daño? ¿Aguja gorda o fina? ¿Con hilo fino o lana de tricotar? ¿Te han dado la antitetánica? ¿Y has llorado? ¿Te has mareado? ¿Y al caerte te has hecho una brecha? ¿Y cómo era? ¿Te han dado puntos?
¡¡A ver!! Luego es la típica persona que te tiras un pedo y te llama guarra. – ¿Guarra yo? ¡¡Guarra tú!! ¡Y cotilla! Que te recreas con las interioridades de las personas -. A esa gente me da igual que tenga bigote o no, le daría una patada voladora, si llegara claro, y si el pantalón no fuera tan estrecho, y si mis tacones no fueran tan altos, y si me garantizaran que no le iba a hacer sangrar…  ¡¡Pero por falta de ganas no es!!
En lugar de eso, como no soy violenta, intento sentarme y decir continuamente,- Jooo, parar…, joo venga, no contéis más, jooo… que luego sueño… que me mareooo…-. Y me tapo y destapo los oídos muy rápido para no oír nada, y se convierte en algo como. .. – … y fuimos corriendo… de sangre… taxi… sala espera y enton… puntos…camill… tendón… 8días … 4 cañas… una de rabas… -.
Y ahí me empiezo a dar cuenta de que han acabado la historia, y están pidiendo una ronda sin contar conmigo. Así que indignada y sola me voy al baño… ¡¡LA CUCARACHA!! ¡¡LA CUCARACHA!!!