lunes, 11 de julio de 2016

Comida incívica

Ayyyy, qué nervios. Ya se huelen las vacaciones. Bueno, yo huelo las mías.
Huele a sol, a salitre y a sudor, pero eso es porque voy en el metro, y hay un montón de adolescentes volviendo de la playa. Pero bueno, que mis vacaciones están a nada, a dos paradas. Descontando los días estoy.

Reconozco que yo en invierno tengo que definirme como una persona casera. Pero en verano, la cosa cambia. Yo en vacaciones no me abstraigo, me extraigo. Todo fuera. Fuera de casa, fuera de mi ciudad, fuera zapatos, fuera ropa, fuera sujetador, fuera problemas… Me asilvestro y me aperruno y no hay manera de hacer vida formal y ordenada.  

El año pasado por poco me ahogo. Estaba en una playa con mar desordenado, y con un calor que se te calcina el pito, y había que bañarse. Y ahí fui, a saltitos, con las plantas de los pies en modo “carne viva on”,  y mientras me concentraba en que las algas no se me enroscaran en las pantorrillas vino una ola que me quitó hasta los pendientes que no llevaba, me cerró los agujeros, me perforó el tabique nasal, me despeinó las cejas y entre el susto, la risa, no respirar y que me venían de izquierda y derecha, no creáis que fue fácil coger aire los siguientes 5 minutos con el tema azotándome. Una amiga estaba a 5 metros de mí, riéndose pensando que todo estaba bajo control, pero creedme, estuvo a segundo y medio de descontrolarse. Una vez en el chirin yo lo contaba con la mano en el pecho y ligeramente pálida, y ella venga a comer papas aliñás entre buchitos de cerveza.  

Y así se me fue pasando, porque no hay cosa mejor que las papas aliñás recién bañada, en un chirin compartiendo plato en grupo con cerveza helada.

Ayyyy, esas papas. Hay cosas que solo se comen fuera de casa. Y no porque solo las sepa hacer Arzak, sino porque son cosas de momentos y lugares.

En tu casa puedes comer pollo. Incluso hecho al horno. Pero eso no es Pollo Asado. El Pollo Asado es el de pollería, en lugar ruidoso, con mantel de papel medio roto por la grasilla, con vasos que por el uso hace mucho que dejaron de ser transparentes, con amig@s, moscas y cerveza. Y patatas, y pimientos, y croquetas y niños dando la coña. Pero desde el cariño, porque los niños de tus colegas dan la coña con amor, no con mala leche como los niños de las mesas de alrededor. Ellos tiran la botella de agua, se pelean con su hermanito, se ponen perdidos de helado, y se hacen sangre en la rodilla pero con estilo. Los de otras mesas lo hacen como a mala leche, como con mala educación. Los tuyos no. Los tuyos son “ayyyy, qué carácter”. Los de las otras mesas son “coñazo de críos”.

¡¡¡¡¡El bocata de lomo!!!!!
En casa te puedes hacer un bocadillo de lomo metiendo el mismo entre pan y pan. Pero un bocata es lo que te compras en una caseta en mitad de un concierto, o de las fiestas de tu pueblo para hacer masa, y sobre todo, sobre todo, es muy importante cabrear al “cocinero” pidiéndole que te lo parta por la mitad…
Cuando te vas tu amiga te dice, - ¿¿Y servilletas?? -,  Y tú le das medio kleenex que tenías guardado para cuando fueras a hacer un pis a un baño “impracticable”, porque cualquiera le pide algo más al de la Lomoneta. Te adoba. 

Este finde me fui de concierto, y aunque estaba en zona VIP, gracias a una coleguita viplingüe, me salí a la zona de la plebe en busca de mi bocata de lomo. 
Fue curioso que me lo dieron al instante, pero cuando le dije a la chiquita en cuestión, – ¿me lo puedes partir por la mitad? – mi bocadillo desapareció 15 minutos. No quiero pensar lo que hicieron con él detrás de bambalinas. No me importa. El alcohol que se sirve en los conciertos es tan… tan… tan… tan… ALCOHOL, que ningún virus permaneció vivo en mi cuerpo más de 15 segundos.

Y aquí, delante del ordenador, comiéndome un chupa chups de interior, pienso en todos los paquetes de pelotazos, ruffles y jumpers que tendremos que comprar dentro de muy poquito tiempo, cuando nos montemos en el coche rumbo a ningún sitio… civilizado.

lunes, 30 de mayo de 2016

Epi_tetos y Blas_femias

El sábado estuve de cañas en un bar nuevo de mi ciudad. 18 cañeros de cervezas distintas, butacones de los cómodos y muchas risas. Las risas vinieron sobre todo porque sobre una de las blancas paredes se proyectaba un partido de fútbol muy interesante. Interesante para los que les guste el fútbol y sobre todo para los aficionados de alguno de los dos equipos participantes.

Me acaban de operar de miopía así que lo veo todo sin necesidad de mirar. Mientras estaba a la conversación, por algún ángulo veía las gilipolleces de la pantalla y avisaba a mis acompañantes al grito de -¡¡¡MIRA, MIRA!!! -. Y veíamos en unión la repetición de cómo un tío como un armario recibía un cachetillo en la cara de otro, se quedaba 3 segundos pensando y procedía a cubrirse la cara con gesto de dolor, se lanzaba al suelo y miraba de reojo hasta la llegada del árbitro. Y venga a reírnos. Siempre me he preguntado lo que pensará la pareja del jugador en cuestión, (ya sea chica o chico) cuando le ve hacer eso. Yo me desenamoraría. A mí es que las cosas más nimias me hacen desenamorarme. Así que si veo que hace el bragas de esa manera, pues imagínate, le cojo manía. Pero claro, igual cuando tu pareja gana millones de euros por hacer trampas cada 4 jugadas, lo ves distinto. Aunque me reitero, si tengo un novio así prefiero ser miope mental.

Pero es que a la par hay cosas que no entiendo. El partido terminó en prórroga. Es decir, tras los 90 minutos de partido (mas sus 15 minutillos de descanso en medio) se supone que tienen que jugar otros 2 tiempos de 15 minutos. Y comienza el drama. Salen al campo más masajistas que jugadores, todos se lanzan al suelo con sus gemelos al viento, y cara de drama… ¿Pero no son deportistas de élite con sueldos de élite y entrenamientos de élite? ¿Jugar 30 minutos más les supone ese drama? ¿O lo único de élite es el avión en el que les llevan a jugar los partidos?. Porque su afición se ha pegado viajes de 10-12 y 14 horas, ancianos y niños entre ellos. Se han pasado todo el día en la calle coreando sus nombres hasta que ha llegado la hora del partido, y muchos de ellos se vuelven según acabe el partido, hechos polvo, en autobuses de mierda… En las gradas es donde debería haber masajistas. ¿Y ellos en cambio? Jugadores que salen, otros nuevos que entran…. Yo soy una mierda de deportista de gimnasio, y a diario mi entrenador me manda 20 minutos de cardio, seguido de mi circuito de pesas, y para finalizar 40 minutos de cardio más. Y los días que me lo aumenta, pues ahí tiro, pero no viene un chino acupuntor. Y salgo andando y voy al súper. No sé, lo normal. ¡¡¡¡¡¡¡Y encima pago!!!!
Y muchas personas de mi entorno, de las de currar a diario, salir de cañas,  cuidar de hijos, se hacen maratones y medias maratones, y cuando tienen los gemelos a punto de reventar, siguen corriendo, porque eso es el deporte, superarte a ti mismo en cada carrera, jugada, pulsación. Pero supongo que eso es cuando vives el deporte, no cuando vives DEL deporte.

Pues no sabéis lo que pasó encima. Que tras los 30  minutos adicionales, seguía sin haber un vencedor. Y llegaron los temidos penaltis. Si, ese final que suele ser bastante ingrato, y considerado poco justo.

Bueno, el caso es que llegan los penaltis, y ahí te importe o no el que gane, te tensionas. Total, que van metiendo todos gol, uno tras otro, porque ES LO NORMAL. Algo que la mayoría consigue se convierte en la normalidad. Pero de repente en el último intento de un equipo, un pobre jugador falla. Joder. A mi ese me da pena, porque le va a quedar la responsabilidad de haber perdido el partido.

Vaya, solo queda una oportunidad en el equipo rival, y justo lo va a jugar el tonto del equipo. Y eso no es un insulto, es un adjetivo epíteto. (Sangre roja, petróleo negro, lunes asqueroso, "este jugador" tonto), y claro mete el gol. Porque es LO NORMAL. Los 4 que han chutado delante de él, también lo han hecho. Pero a él no le importa, para ÉL que se cree DIOS, es el único importante. Se quita la camiseta para hacer el Hulk Hogan frente a sus seguidores, tú me contarás por qué, y se pone a correr como si hubiera jugado todo el partido él solo contra 11 jugadores. El resto le abrazan como si fuera la última cerveza fría  del mundo y le dan todo el protagonismo, pero se escurren porque entre el sudor y el aceitillo marrón que se unta en sus abdominales, su cuerpo patina.

Yo solo digo una cosa. A ver, el tonto del betún, no has ganado los penaltis, los ha perdido el otro equipo.

Ojo, me meto con él como jugador eh? Como persona no le conozco. 

Aun así me quedo con los equipos mas humildes y cercanos, con esos a los que quieres como sangre de tu sangre, no como a Dioses a los que hay que adorar. 

viernes, 8 de abril de 2016

Ciencia o ficción

Últimamente está de moda la ciencia ficción.
Yo soy más de thrillers psicológicos, y soy de esas catetas que cuando no entiendo el final pienso _ ¡¡Menudo peliculón!! _.
Será que me sobreestimo y creo que no la entiendo porque es un estilo neo-culto que no cierra los finales, en lugar de pensar que soy corta y que esta peli no era para mí. Así que me meto en un foro, y me leo el primer comentario donde ponga “spoiler” y me quedo como Dios.
Tiendo a creer lo que leo. Bueno, no siempre.

Acabo de leer que una patada en los testículos equivale a 9mil en la escala de dolor. Similar a un parto. Yo no sé hasta dónde llega esa escala. Pero si hay algo que tengo claro es que nadie puede saber si esos dos dolores son similares, ¡¡puesto que nadie puede experimentar los dos!!.  

Yo solo sé que tengo una amiga que parió a pelo. Supongo que habrá muchas personas en el mundo que lo hacen, voluntariamente o sin remedio. Yo solo le conozco a ella y para mí desde entonces es superior al mundo. La veo hasta más alta. Para mi ella es la que explica los finales en el foro sobre las películas de Neo-culto. El caso es que no anduvo rápida en llegar al hospital, y se chupó a pelo contracciones, dilatación, expulsión y puntos. Así, mirando al techo, y con su churri al lado histérico en plan - ¿qué hago? ¿Qué hago? -.
Ahora que está de moda debatir quien ganaría en una pelea, si Batman o Superman yo lo tengo claro. Mi amiga. Y ¿Superman contra Ironman? Mi amiga. Y ¿Spiderman contra Thor? Mi amiga. Y ¿la Mujer Biónica contra mi amiga? Ahí depende de si la mujer biónica ha parido a pelo. Podría quedar en tablas.

Lo que está claro es que la realidad súper la ficción. El otro día alquilé un coche y era futurista. Bueno, no sé si era futurista, pero por lo visto yo soy “pasadista” y no entendía ni leches.

Yo pedí un simple, barato y pequeño coche para mis quehaceres del momento, y el tío de la empresa de alquileres muy amablemente  y con toda la ilusión me hizo el “favor” de darme por el mismo precio un coche del futuro, con unas dimensiones claramente NO SOLICITADAS. Cuando me monté en el que iba a ser mi coche los siguientes 5 días, mi cabeza cogió medidas cual Robocop ochentero, y visualicé una imagen del coche metiendo tripa entre las dos columnas de mi garaje, conmigo saliendo por la ventanilla…
Qué le vamos a hacer. Arranqué mi Entreprise. Me costó un rato, porque no había lugar donde ubicar la llave de contacto, y tras unos minutos haciendo el ridículo metiendo la llave en varios puntos absurdos (hueco del CD, ranura del aire…) y diciendo entre dientes “ARRANCAR” y “A CASA KIT” por si eso era como el móvil y tenía reconocimiento de voz, le di al botón correcto y pude dirigirme al lugar que en ese momento albergaba todas mis preocupaciones. Ni los papeles de Panamá, ni el Isis… MI GARAJE. Ese tipo de garaje que cuando coges la parcela te exigen 10 años de carnet y certificado compulsado por la OMS de que no padeces del corazón. Pero como lo he hecho mil veces, llegué como distraída, como sin darle importancia… y aquello pitaba que daba gusto.

- ¿Cinturón? - Puesto.
- ¿Luces? - Dadas.
- ¿Puertas? – Cerradas.

Si, ya sé que mis lectores sois muy listos y sabéis que me avisaba de “roce cercano…”. Prometo que me bajé 4 veces del coche, le di vueltas, lo comprobé en reiteradas ocasiones, Y ¡¡NI APARCANDO CON LAS 5 PUERTAS ABIERTAS ME ROZABA CON NADA!! El ingeniero que definió las “distancias de riesgo” nunca ha aparcado en un pueblo costero en agosto… El caso es que aparqué con la música a tope para no oír el PI.PI.PI.PI que me ponía histérica, calculando a ojímetro y con la mano en el respaldo del copiloto, como lo he hecho toda la vida con coches normales sin vida propia. Y una vez apagado el motor, y cuando ya me sentía victoriosa… A tomar por saco, no hay freno de mano.  

- ¿Este botón? – Parabrisas trasero activado.
- ¿Esta palanca? – capó abierto.
- ¿Este otro? – Asiento caliente.

Con los cristales empañados, el culo a 100 grados y una mala ostia monumental por llevar 15 minutos para hacer algo que normalmente me lleva 2, me dispongo a llamar a mi amiga la que parió a pelo, para que me brinde su sabiduría y templanza, pero se me olvida que estoy en la planta “-5” del garaje. Es más fácil encontrar magma que cobertura.
Las cucarachas van con chancletas para no quemarse los pies.

Opto por buscar por el coche el manual. Y allí, metida en el coche con la lucecita del techo encendida, parecía que preparaba el atentado de las torres gemelas en coche ajeno y sin testigos.
Por fin, encuentro el puñetero botón del freno de mano oculto ingeniosamente por el ingeniero que tiene problema para calcular distancias, y me marcho con el culo sudado, con la sensación de que estaría bien una sociedad donde lo único automático fuera el cañero de Mahou, y el único avance fuera la epidural.