jueves, 5 de julio de 2012

Diferencias reconciliables


¿Alguna vez os habéis puesto a llorar delante de vuestro jefe supremo?
No tengo ni idea de cuál es la proporción hombres - mujeres que leen este blog, pero puedo asegurar que el 99,9% de los hombres, han respondido NO, y el 99,9% de las mujeres han respondido SI. ¿Por qué lo sé? Pues no tengo ni la más remota idea, sólo me fijo en mi entorno, y compruebo día tras día, las pequeñas diferencias que hay entre hombres y mujeres. Vamos, nada grave, no voy a descubrir en este post la cuadratura del círculo.

Para mí, en los aspectos vitales de la vida, los hombres y las mujeres somos iguales, y no voy a entrar en los aspectos laborales, que en mi opinión, diga lo que diga la sociedad, NO DEBERÍA HABER DIFERENCIA ALGUNA, pero no voy a profundizar en el machismo y el feminismo, ¡¡que me enciendo!!.

Yo no me ofendo cuando un tío me dice en medio de uno de mis ataques de ira,– Tía, estás con la regla ¿o qué?-. Porque normalmente en mis ataques de ira, estoy con la regla. Eso sí, entonces no se puede ofender un tío cuando llegue a currar  una mañana de nones y yo le diga, - ¿Qué coño te pasa, gatillazo matinal?-.
¿Estas expresiones nos definen como dos personas sexistas? Pues no lo sé, que somos un par de groseros, eso está más que claro. Como diría la madre de una amiga mía, - Bonita, a mí que me devuelvan el dinero de tu colegio, porque no te han educado bien…-.

Hablaba yo el otro día con una amiga por teléfono, que había tenido un problema laboral, un cliente le había dejado en pelotas (emocionalmente hablando) delante de su jefe.
Yo le escuchaba atenta, asintiendo con la cabeza, y dándole todo el apoyo del mundo y de repente me dice, - ¡¡¡Y maja, no sabes lo que he hecho, joder, que he llorado delante de mi jefe!!!. Y él me miraba con los ojos muy abiertos, ¡¡como si nunca hubiera visto a nadie llorar!!-.

Y es que a los chicos, si una tía a la que no le une un lazo sentimental le llora, le repele. Porque cuando hay lazo sentimental, y en mitad de una bronca la tía llora, él ya se relaja, ya ha ganado, ya tiene el control, ya está, con un abrazo, y unos mimos, la situación está solucionada y el sexo casi asegurado.

Pero cuando no hay lazo sentimental el tío te mira quitarte las lágrimas con cara de… - Que se vaya de aquí, que se vaya de aquí… Qué coño le digo a esta tía, ¡¡pero qué le pasa!!! -. Y se agobia.
Desde aquí mando un mensaje a los hombres del mundo: No os agobiéis, a nosotras nos da igual que un tío que nos importa una mierda se asuste por nuestras lágrimas, lo que pasa es que la única manera de que se deshaga ese nudo en la boca del estomago es por vía lacrimal, y tiene que salir cuando tiene que salir, no hay manera de contenerlo, es algo físico. Es como cuando retornas al hogar de madrugada medio coja porque te haces muchiiisimo pis y llegas al ascensor, pues ahí ya, la suerte está echada, tu cuerpo te echa un pulso y te pone al límite. Creo que ahí somos iguales hombres y mujeres, el ascensor es el mayor diurético del mundo.

Yo he llorado delante de jefes, de médicos, de amigos… y sólo una vez la reacción del de enfrente fue diferente. La vez en la que el jefe, era jefa. Yo me puse a llorar tras la presión, y cuando conseguí verle la cara a través de mis lágrimas, comprobé que ella también lloraba. Me siguió pareciendo igual de hija de puta, pero no estuvo mal llorar acompañada por una vez. Salimos del despacho como nuevas.

Pero es que estas pequeñas diferencias se ven incluso en las cosas más absurdas del día a día ¿eh? Lo comprobé hace un par de días en la playa. Tú miras hacia el mar y ves lo de siempre, niños chapoteando, las olas explotando en la orilla, pero si te fijas con más detalle, percibes que hay un montón de mujeres dispersas por el mar, en pequeños grupitos, quietas, con los brazos en alto, y dando saltitos cada vez que el mar hace cualquier movimiento tipo olita. ¿Y donde están los tíos? ¡¡No se les ve!! Pero estar, están. Los tíos son “eso” que corre hacia la orilla, y para cuando te das cuenta ya son “eso” que vuelve del interior del mar entre mucha espuma y salen como nuevos, porque por lo visto, la diferencia de temperatura agua-cuerpo tampoco nos afecta a todos por igual… Las tías normalmente tenemos un límite para estar con las manos en alto y el agua por la cintura, y ese es justo el momento en el que una ola te revienta en la cara, y no te queda más remedio que una inmersión forzada y urgente, si no quieres acabar en la orilla, bocabajo, con el pelo en la cara rezando para que tu biquini no haya decidido quedarse en alta mar y te tengas que levantar humillada camino de nuevo al mar para quitarte la arena de los huecos de tu cuerpo, entre las lágrimas de risa de la gente que ha visto la jugadita. Esas lágrimas son comunes a ambos sexos...

Y luego en la toalla las cosas son también bastante dispares. El tío tiene su toalla, la cartera y el móvil. Y nosotras, la toalla, y el bolso más grande del mundo. El que pueda contener el biquini de recambio, un jerseicito para “por si acaso”, la crema para la cara, la del cuerpo, las gafas de sol, el cacao para los labios, el pañuelo para el pelo, el libro, el ipod, el móvil, un peine, el spray para el pelo (que no se si protege el pelo del sol, pero atrae a las moscas como un panal de rica miel…), las llaves de casa de tu madre por si pasas por allí, tiritas, tampones, colonia, kleenex, compeed calenturas, ibuprofeno, un abanico… Claro, cuando llega el momento de abandonar la playa, ellos siempre esperan tomando una caña, normal, nosotras nos quedamos haciendo inventario.

Pero lo que yo digo, estas diferencias son reconciliables, y si lo piensas hasta complementarias. A ver dónde leches meten los tíos el móvil y la cartera en la playa mientras se pegan un speed-chombo, ¡¡¡ pues en tu maxibolso!!!. Y cuando le lloras a tu jefe y llegas a casa hecha una mierda y con el ego por los suelos, ¿quién quiere partirle la cara al capullo del boss?. Pues él. Ya sea tu padre, o tu hermano, o tu amante, o tu novio... Ahí están ellos, dispuestos a partirse la cara por tí. Cuando acabe el partido.

Estas chorraditas en realidad son lo que dan la salsa al día a día. Y siendo yo como soy, tenía que verlas reflejadas en mi vida ficticia. Os dejo un vídeo como la vida misma. He visto esta serie un millón de veces, y esta escena, infinitas. Es medio minuto escaso que siempre, siempre, siempre, me hace sonreír.





1 comentario:

  1. yo que soy un chico también he llorado en más de una ocasión delante de mis jefes/as...su mirada fue de asombro, porque los chicos no lloran...

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