viernes, 2 de octubre de 2015

Retorno al entorno

El otro día alguien me dijo, “Es que tus intereses son diferentes de los de tu entorno. Eres diferente”.
(Ya estoy viendo a mis amigas mientras me leen, con media sonrisa y escribiendo en el Chat común de whattsapp, “kañamon, ¿quién te ha dicho que eres distinta? ¿Qué has hecho? Jijijijijij”.)
Pues no vayáis por ahí… que noooooo.

A lo que íbamos,
“… eres diferente”.

-¿Cómo? ¡A mí me encanta mi entorno!!!! ¡Y yo soy feliz con mi entorno!!! ¡Y me interesa lo que pasa a mi alrededor!!!- “indigná” perdida estoy-.

-¿Y quién te ha dicho que no sea así? Solo he dicho, que eres diferente-.

Y me pasó eso de cuando tú te cabreas y la persona de enfrente te hace ver que “no ha lugar”. Que te desinflas.

- Ahhhh, y entonces… ¿Qué se hace en esos casos? ¿Tengo que cambiar de entorno? ¿Cómo puedo ser diferente habiendo estudiado económicas? ¿Si soy mucho me tengo que ir a vivir a uno de esos países que cuando tiras de la cadena el agua gira en sentido contrario? ¿Hasta allí? ¿O vale con que me vaya a un portal con número par?-.
Y yo analizo, y no veo las distancias.

En mi entorno hay muchas madres. Y a mí me encanta, sobre todo en la playa. Si tienes hambre, ellas tienen un bocadillo que han bajado con el pan que sobraba de las meriendas. Si estas incómoda te dejan la silla mientras ellas van al pocito con el cubo, el rastrillo, los manguitos, la pala, el camión, la muñeca, las tiritas… y si no se les olvida, el crio. Si tienes gusa, tienen galletitas y frutos secos. Si tienes sed, ellas tienen agua en la neverita. Si estás tristona tienen chuches “que les sobraron de ayer, pero que no las vean las niñas”… Antes llevaban tabaco, fuego y dinero. Me caen mucho mejor ahora.

En mi entorno hay sobrinos. Antes no había. Ahora voy a las barracas. Me monto con ellos para que no lloren, y resulta que lloran porque no querían montarse. Vivo en una incertidumbre continua. ¿Cómo no me va a gustar?

En mi entorno hay mucha gente de esa que siempre está dispuesta a tomarse unas cervecitas, y de postre un par de copas, con un cuenco de gominolas a poder ser, mientras juega a “salvar o tirar al pozo”, juego que explicaré en otra ocasión, pero que acaba con un tío salvado, otro abandonado en el fondo de un pozo, y otro… muy contento.

En mi entorno está mi trabajo… “cri, cri, cri”. Está. “cri, cri, cri”. Pues eso.

Así que yo me veo bien con mi entorno, y para comprobar qué hay de cierto en esas discrepancias que me achacan,  he hecho un sondeo con una pregunta que para mí diferencia muy bien a las personas. Soy de ciencias, y os aseguro que he hecho una investigación seria, y he cogido una muestra representativa. Variedad de sexos, edades, culturas…: “Qué te gusta más, ¿la nectarina o el melocotón?”.

El resultado ha sido 76% frente a 24%. Gana el melocotón.



Habéis acertado, yo soy de nectarina. El resultado es claro. Al culo del mundo me tengo que ir.
Pero, ¿cómo me voy a alejar de un entorno al que le pregunto, “melocotón o nectarina” y me responden sin cuestionarme?

Pues como en esta vida lo importante es buscar soluciones, me he apuntado al casting de Pekin Expres. Este año es en Australia y tengo retorno asegurado.