miércoles, 15 de julio de 2015

Resacas y rencores

Pues ya está. Me acaban de hacer la revisión médica de la empresa. Análisis de sangre, orina, oído, vista, corazón, reflejos…

Menos mal que este año no me tocaba la prueba esa de soplar en un tubo (¿espirometría?) mientras el médico te grita - ¡¡¡Sigue, sigue, sigue, sigue, sigue, sigue, sigue, sigue!!!!!! -.Que tú hace rato que has dejado de echar aire pero ahí sigues por miedo a que si paras el doctor te de un tortazo. Le devuelves el tubo ese que es como un rollo de papel higiénico acabado, con la raya del pelo cambiada de lado, y continúas todo el examen médico hablando como Gloria Fuertes y pensando si esa prueba es realmente así, o la tuya saldrá en Youtube. Pero no, estad tranquilos, es así. 

Bueno, pues eso, que tengo todo bien. Bueno, no veo un pijo.
Tengo visión birrosa. No, no es un error tipográfico, es que ayer me fui de birras.

Cuando te vas de cañas un día entre semana es lo que pasa. Que al día siguiente ni ves, ni oyes, ni sientes. Pero padeces.
Ahora sólo me queda que me den el resultado de los análisis. Al principio me he preocupado porque me daba miedo que en lugar de sangre saliese espuma, pero no, ha salido todo en orden. Y ahora tengo el brazo morado, todo dentro de lo normal

Lo de irse de cañas en laborable, no es sano. Divertido, todo, pero sano no puede ser. Pero claro, lo prohibido mola más. Un sábado no te importa irte a casa pronto si no es tu día. Ya habrá más. Pero un laborable… Eso nunca pasa. Siempre te apetece la penúltima, te las bebes como agua, y claro, luego al meterte en la cama el mal rollo te invade. El mal rollo físico por “el barco”, y el mental por la conciencia. Apagas la luz y los números del despertador brillan más que nunca. Parece que te mira con el ceño fruncido, como preparándose para el hostiaco que le vas a pegar en cuanto empiece a sonar.

Y efectivamente, cuando suena, lo apagas a leches, una vez, y otra, y otra, y otra… Así cada 9 minutos, hasta que tienes que salir de la cama como un sputnik, porque apagar el despertador, aprendamos de una vez que ¡¡¡no detiene el tiempo!!!.

Da igual las veces que te duches, el jabón que uses, las veces que te laves los dientes… Durante todo el día te acompaña la sensación de oler a borrachona.
Aunque pongas todo el esmero, el pelo te queda como el ANTES de los anuncios de champú, y tienes los ojos del color de la picota. No sabes si echarte colirio o Skip.

Te encuentras tan mal, que te dan ganas de suicidarte sin dejar nota ni nada. Aunque lo he pensado y sí, yo creo que dejaría nota echando la culpa de mi muerte a toda la gente que me ha hecho una putadita en la vida, para que se sienta mal durante la eternidad. Y luego pienso que no, que eso es de mala gente, que mejor me paso la eternidad sentada a los pies de su cama, observándole… eso jode mucho mientras duermes. Pensadlo todos los que me habéis hecho alguna putadita… Ya lo siento, yo no soy rencorosa, viva. Muerta no lo garantizo. Yo no sé si mi mala ostia se queda en el cuerpo, o eso va en el alma... Pero vamos, que si me ves al pie de tu cama, es que se ha venido conmigo, y ¡¡¡te vas a cagar!!!!

Pero bueno, de momento tranquilidad que no voy a combatir la resaca con un suicidio. Por lo menos hasta haberme comido un pincho de tortilla y una Coke.
Eso da la vida. Es como un desfibrilador culinario. Resurges de tus cenizas. 
Y luego con tu infierno de resaca, lo único que te queda es trabajar en cosas que no requieran ni esfuerzo físico ni pensar mucho. En mi caso, que me tiro 10 horas delante del ordenador, ese esfuerzo es no dormirme. Y yo creo que es una de las luchas más difíciles del mundo. Ni “vale tudo” ni “karate” ni nada. Si tus ojos se quieren cerrar no hay fuerza humana que los mantenga abiertos. Es una pelea perdida. Birojeas, te frotas los ojos, bebes agua, sacudes la cabeza… pero tus párpados en cuestión de segundos vuelven a caer irremediablemente.
El sueño es como el hipo, solo te lo quita un susto. De repente suena el teléfono y al otro lado está tu jefe a gritos. Ahí los parpados hacen efecto persiana y si te apuras ni vuelven a bajar en un ratito.

¿No estás de acuerdo? Me lo dices cuando me veas a los pies de tu cama, a ver si eres capaz de volver a dormirte...