Cuando llevas días, semanas o mejor dicho meses en los que dedicas el 90%
de tu tiempo a trabajar, agudizas el ingenio. Quieres salir de este círculo
vicioso y el poco tiempo que tienes para estar en la calle te fijas en todo
para ver de dónde puedes sacar una idea que te saque de un edificio de oficinas
y te libere del estrés.
Y tanto fijarme me he dado cuenta de una cosa. ¿El estrés nace o se hace?
Quiero decir, ¿eres una persona estresada por naturaleza o es que tienes
razones para que tu entorno te estrese?
Supongo que dependerá de las personas.
Hace un par de días tuve 10 minutos de relax y aproveché para meterme en
una tienda absolutamente vacía, llena de dependientes repeinados con pinganillo
y walky, y mil accesorios que sinceramente no sé si eran atrezzo o servían para
algo. Yo me limitaba a ir de un burro a otro como una reina, disfrutando de la
soledad, cuando veo que uno de ellos con pinta de jefecillo se lleva la mano a
la oreja al estilo Juan Luis Guerra y dice:
- ¿Cuando acabes con ese burro empieza con la zona de tejano, vale? -.
Yo me imaginaba que 4 pisos más arriba, otro dependiente estaba recibiendo
su mensaje y dándole su correspondiente OIDO-CAMISETA, cuando de repente una tía
3 burros más allá se lleva la mano a la oreja y le responde,
- Vale, zona Tejano, entendido -.
PIIIIIIIIIIIIIII
La interferencia hizo caer 3 satélites. Se oyó en Marte.
Los dos me miraron con cara de póker. Yo me limité a seguir a lo mío porque
no iba a ser yo la que les explicara que o se alejaban antes de volver a
apretar el botoncito, o el siguiente PIIIIIIIIIII iba a hacer que el caracol de
su oído interno pasase a ser limaco.
Dime tú a mí qué pinganillo te hace falta a 5 metros de distancia, cuando
todo el mundo hemos vivido en casas de las de pasillo largo y cuando tenías
algo que anunciar pues…
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Empieza el Un, Dos, Treeeeeeesssssssss!!!! ¡¡¡¡¡Trae el
KAS!!!!!!!!-
Esto es lo que se hacía y el mayor riesgo era que tu hermana no trajera el
KAS, porque en el “DOS” había empezado a correr hacia el salón y lo del KAS le había
pillado ya entrando… y pasando de volver hasta la cocina. Bueno, eso y que tu
madre te mirara con cara de “eres-tonta-no-des-esas-voces” pero no te decía nada
porque Mayra estaba ya con “Maria y Antonio, hermanos y residentes en Valladolid”.
Total, que estaba yo ya con toda mi compra seleccionada y me fui a la caja,
a esperar a que me atendieran. No había cola, no había gente en la tienda, no había
nada que hacer, pero nadie venía a cobrarme. Y cuando por fin lo hicieron y
saqué mi tarjeta, no tuve opción de entregársela, ni siquiera de darle el DNI. Me
largó el aparatito, me dijo MÉTELA y se quedó mirando al vacío hasta que yo metí,
marqué, pulsé verde, esperé y saqué la tarjeta. Nada, ella no tuvo que hacer
nada… Me despedí con un AGUR mientras ella emitía un sonido gutural con su
mirada aún perdida hacia la nada y salí de la tienda pensando en echar
curriculum para cajera.
Supongo que si a esta gente le dices que lo quieres para regalo le matas. Pero
luego he pensado que no, que ahora te lanzan un sobre y una etiqueta con Felicidades en 8 idiomas y ahí te apañes.
Al salir tenía una reunión, así que me monté en un taxi que me llevara al
lugar en cuestión, y puesto que estoy en una ciudad que no conozco le solté la dirección
lo más exacta posible al taxista, y cuál fue mi sorpresa cuando me dijo,
- No conozco esa calle, señorita-.
- Ya… pues yo tampoco, pero esa es la dirección. Ahí está el edificio “TAL”,
¿Le suena el edificio?- yo intentaba colaborar, pero él no tenía mucha pinta-.
- No - él tan tranquilo, girado en su asiento. Ni media preocupación.
- Bueno, pues pregunte a algún compañero ¿no? – digo yo-.
De repente arranca el coche, abre la guantera, saca un callejero de 1.000
páginas amarillento, y mientras se pone el cinturón de seguridad me lo pasa y
me dice,
- Bueno, busque la dirección, a ver si la encuentra aquí -.
Cinco minutos después tenía yo mi móvil en la mano con mapa en pantalla y muy concentrada le
daba indicaciones al taxista.
- En la siguiente a la derecha, si, en la siguiente, pero espere que tiene
el semáforo en rojo, ahora, espere, a la derecha, y seguido en la primera a la
izquierda, y 50 metros más y hemos llegado, pero hay primero una rotonda y
tiene que coger la tercera salida. Y ahora aquí, pare aquí, aquí… ¡¡AQUÍ!!
Oiga, estamos en el número 32 y era en el 4 – (parece que este hombre sí
necesitaba pinganillo)-.
- Bueno, pues le dejo aquí ¿no? Por no dar otra vez la vuelta. Son 13 euros
– me suelta el tío impasible.
Me bajé del taxi y pensé, que realmente soy gilipollas. Y por eso ahora
estoy escribiendo este post.
En unos días tengo la reunión de la vida, la presentación de la tensión,
Kañamon, tu trabajo de los últimos 2 meses a examen.
Pues he tomado una decisión.
Cuando se apague la luz y se encienda el proyector le voy a dar al cliente
el ratón de mi ordenador.
- Mire, aquí tiene el POWER POINT de 63 páginas, lo va leyendo en alto para
que lo entienda todo el mundo, y si no está de acuerdo con algo de lo que pone
lo va cambiando a su gusto. Yo mientras, voy a contestar unos wasaps que últimamente
tengo a mi gente muy abandonada…-.