miércoles, 2 de abril de 2014

Sudores y pudores

Ya estamos en Abril.
Se acerca Semana Santa.
El mundo empieza a “panicar” con la idea de ponerse en bañador en público.
Pieles blanquitas en los probadores y cuerpos que podrían ser perfectamente víctimas de los AAAAARRRRRGGGG de la Cuore - “¿Esto hace 8 meses era así? Aaaaaaagggggg, ¡puta Navidad! -.

Si, la Navidad es odiosa hasta en primavera, no hay por donde cogerla. El 7 de Enero decidiste olvidarla para siempre, la sacaste de tu mente, pero sigue presente en tu cuerpo. Concretamente en todas aquellas partes que cuando te miras al espejo no te miran a la cara, es decir, miran hacia abajo. Están avergonzadas, la raya de la lorza sonríe hacia abajo… - Lo siento, me he dejado… -.

Y qué le vas a decir. Nada, lleva contigo mucho tiempo, pues a apechugar. Que esa es otra, ¡¡vaya pechuga que has echado también!!!

Y vas por la calle pensando en ello, fijándote en el culo de toda tía que pasa a tu vera, y comparando. Y al llegar a casa y abrir el buzón, ¡¡¡BINGO!! ¡¡¡Propaganda de 7 gimnasios distintos!!

Porque los gimnasios lo saben, saben que la mitad de las personas del mundo están panicando, y se aprovechan de ello. Te dan las mejores ofertas para que mejores tu moral.

El gimnasio Hardfit te regala un mes gratis, el de Agosto; el Mastergras no te cobra la matrícula si pagas 10 años de golpe; con la primera clase de spinning del Microglúteo te regalan una toalla; y en el gimnasio del barrio (sólo para empadronados, esa lonja que solo los de toda vida saben que es un gimnasio), te regalan dos chorizos de Zamora por la primera semana de Aerobic.

Y tienes que tomar cartas en el asunto, hay que mover el culo y decidirse. Y mientras te comes un bocata de chorizo, que la propaganda te ha inspirado, decides.
Porque hay una cosa que es cierta, cuando ya decides que vas a ir al gimnasio, te das un  homenaje, como si no hubiera un mañana. Como si lo quemaras en una horita de clase, cuando sabes que no lo quemas ni con soplete. Te quemas a lo bonzo y en el suelo queda una masa gelatinosa, no hay huesos, no hay piel, solo queda grasa….De primero morcilla frita, chorizo frito, tocino frito, pan frito y todo acompañado de ensalada frita. De segundo solomillo en su salsa con foie y confitura de arándanos, y de fresas, y de azúcar!!… Y de postre tarta, toda la tarta.

Pero bueno, ya te has decidido y mañana empiezas el gimnasio.
Te vas a ir al Microglúteo que te dan una toalla que te viene estupendamente.
Claro que la toalla no te la dan hasta que no has pagado 200 € de matrícula y el primer mes por anticipado, y resulta que es más pequeña que el Microgluteo que aspiras tener, pero ya está hecho. En la letra pequeña del contrato leíste que te prometían una microtalla, pero no, era una microtoalla, y te jodes. Sabes perfectamente que la letra pequeña hay que leerla detenidamente, no mientras la del gimnasio te saca a traición la foto que vas a tener en el carnet de socia para toda la vida… Que según la saca, y sin darte tiempo ni a verla te dice, - Tranquila, que esta solo la vas a ver tú -. Pues para qué mirarla, ya sabes que pareces un congrio.

El primer día en el vestuario es extraño. En esto yo no sé si los tíos viven las mismas cosas, pero de verdad que en los vestuarios de chicas, pasan cosas muy extrañas.
Llegas nueva, medio tímida, buscando tu hueco para dejar tus cosas y cambiarte, y la gente está como en casa. Y eso me parece bien, pero la gente ¿cómo está en su casa?
Y ahí es donde te ofuscas. Porque mientras me siento para quitarme las botas, una tía en pelotas se esmera en darse crema hidratante efusiva con su pierna subida en ángulo recto en el banco, bien pegadita a mi. Con lo que ello conlleva. Eso es saber interioridades de las personas y lo demás son tonterías. Giras la cabeza en la dirección opuesta y justo al otro lado la cara te pega con un abrigo, pero ahí te quedas, con la cara metida en el abrigo. Mejor entre pelo sintético… 

Yo soy pudorosa… lo justo.
Me desvisto y visto con alegría. ¡¡Pero sin alboroto!!
No entiendo que mientras dos coleguitas ponen a parir a su compañera de curro, a grito pelado para superar el sonido de los secadores de pelo, se suban la braga ¡¡pegando a la vez la compresa!!.

¿Eso es ser lerda? Porque igual soy lerda, pero yo creo que lo de verle a alguien en pelotas, rodillas flexionadas, bragas a medio subir y plástico con alas al viento… ¿no es lo normal no?

Y como no lo sé, he preguntado.
A ver, no he hecho una encuesta. Simplemente lo he comentado caña en mano con mi entorno. (Los que me seguís con regularidad ya sabéis que yo si no tengo una caña en la mano, no hablo.)
Y el populacho, caña en mano, me apoyó, y me dijo que no es lo normal, pero que mi gimnasio es muy light.
Y por eso ahora tenemos un reto. Tengo que conseguir superar a la que vió en su gimnasio a una tía secándose el tema… ¡¡¡¡con el secador!!! (Si, si, el chete lerete)

Ole manole!!

Y yo pienso,  para secarte eso con el secador sin hacerte quemaduras de 3er grado en la piel, que tienes ahí, ¿¿¿un pelocho???
Y si es así, ¿Por qué te empeñas en darle volumen? ¿Ya te va a subir luego la braga?

Y en eso estaba yo pensando, cuando me di cuenta. Ahora entiendo por qué en mi gimnasio te regalan una toalla según llegas, y en el espejo hay un cartel que dice “EL SECADOR ES PARA LA CABEZA”. Blanco y en botella… leche condensada.