jueves, 19 de julio de 2012

Desequilibrios ¿O no?


Dice la canción; NO ESTAMOS LOCOS, QUE SABEMOS LO QUE QUEREMOS… ¿Ah sí? Pues serás tú, porque yo no tengo la menor idea de lo que quiero. No sé ni lo que quiero mañana, ni pasado, y no hablemos de un futuro lejano. Por lo menos sé lo que no quiero… creo.

Eso me hace pensar, entonces los que no sabemos lo que queremos ¿estamos locos?. Así que todo el mundo al psicólogo o al psiquiatra, o a contárselo a tu amiga si es que andas escasa de fondos. Y digo yo, si hoy en día lo normal es acudir a un especialista que te saque de tus indecisiones, no será que los desequilibrados son los demás, ¿los que no dudan? Pues no, tú acudes al especialista y él te confirma que el desequilibrado eres tú. Son 100 euros, gracias.

Dicen los profundos, que cada decisión tomada en tu vida, en cada minuto, condiciona los siguientes. Y claro, las que somos desequilibradas por naturaleza, oímos eso y nos acojonamos, más que nada porque yo las decisiones tiendo a cambiarlas en cuestión de minutos. Así me va la vida, que no sé si voy o vengo, eso sí, por el camino me entretengo… Me paso el día pensando, mi cabeza va a mil revoluciones por segundo. Me meto en la cama y mis pensamientos van como cuando ponías un vinilo en el tocadiscos, y con el dedo lo acelerabas en plan Eddie Murphy con su "dadadadadame el cuchilloooooooo". En mi cabeza oigo mis pensamientos como los pitufos maquineros, un estrés. Así que cuando alguien me hace la típica pregunta - ¿en qué piensas?-. Buff, macho, espero que tengas taquígrafo porque si no imposible. Como diría Lobato, SI PARPADEAS, TE LO VAS A PERDER.
Así que la única decisión que tomo siempre sin dudar, es la decisión  GELOCATIL. Soy de automedicación fácil, y de amiga farmacéutica.

Dijo Aristóteles; El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona. Así que desde que lo oí, decidí que soy una versión reducida de Punset, vamos, tengo que ser la más lista al este del oeste, porque no es que no tenga claro mi futuro, es que ya dudo hasta de mi pasado.

Dios hizo el mundo en 7 días, ti-ta, ti-ta, esto aquí, esto aquí, uno-dos, uno-dos ¡¡sin dudar!!. Y así es el mundo, una mierda. Si se hubiera encargado una persona reflexiva… - Esto aquí, ay no, aquí, no, espera, aquí un poco mas de agua, aquí un poco menos para equilibrar, el hombre pene, bueno no vagina, bueno no, pene, bueno mira, le hago reversible, y que pase lo que tenga que pasar -.
Pues no sé yo si con este mundo tampoco iríamos bien. Vuelvo a dudar. Así que no me voy a poner yo a criticar a Dios que por lo menos anduvo listo e hizo del cielo un paraíso. Pero claro, es que ahí es donde vive Él, y eso hace sospechar, así que - Si me estás oyendo ya puedes tener cuidadin…, que hoy en día investigan a todo el mundo, y lo mismo te quitan los chalets de ahí arriba, que eso no sé si es urbanizable -.
Aunque bueno, eso depende, aprendí en Gossip Girl, (si, de todo se aprende, o yo lo intento) que dependiendo de tu apellido puedes hacer lo que te de la gana y no hay consecuencias. Años después he visto en la vida real, que si, efectivamente si tu apellido es compuesto o de más de 16 letras, haces lo que te da la gana (presuntamente). Pero claro, llamándote sólo Dios, sin apellidos de renombre, pues no se cuanto te podría caer, tendrás que informarte.

Ojo, que no lo digo faltando ¿eh? Que yo a mi manera soy creyente, y lo digo preocupada, porque hacienda somos todos y a mi entender y con mi educación de colegio de monjas, Dios está en todos, así que… miedo tendría yo.

Ahora mismo, a mí hacienda me cae bien. Les he dado unos papelitos, los han analizado y después de una tensión de varios minutos mirando fijamente a una desconocida muy seria con gafas, por fin ha dicho las palabras mágicas: ¡¡¡A DEVOLVER!!! Te pones más contenta que cuando el de la ITV te da la pegatinita, es una sensación indescriptible.
Es como cuando en el colegio te daban las notas a final de curso, y habías aprobado todo, y llegabas a casa corriendo, y gritando a tu madre, FIRMAME AQUÍ, FIRMAME AQUÍ, FIRMAME AQUÍ, y le plantabas las notas en la cara.
Claro que cuando el resultado no era así, no corrías tanto, y había muchas posibilidades de que la que te plantara una cosita en la cara fuera tu madre, sus cinco deditos, esos que de pequeña te decían que tiene la loba, pues mira, ahora los tienes tú, en tu jeta.  

Por suerte yo nunca he vivido esa situación, en aquellos tiempos era bastante centradita y con aspiraciones de estudiar, trabajar y triunfar como mujer ejecutiva e independiente. Ahora ya trabajo, ya soy ejecutiva e independiente y… y ¿ahora qué? Pues 100 euros más.

Cuando te pasas el día con la cabeza ocupada, afecta hasta a tus acciones. Yo quiero meterme en Facebook, y pongo en el ordenador Fotocasa, y me tiro media hora viendo fotos de casas de 800.000 euros, hasta que pienso, - ¡A ver! Kaña-mon, céntrate ¡¡Que tú querías escribir en el muro de Facebook, no ver casas de las que no puedes pagar ni el muro!!! -.

Luego, cuando hablo con mi abuela, y me cuenta sus despistes, se desespera achacándolos a la edad… - Joeee abuela, ¡¡¡pues entonces yo soy una mujer de 90 en un cuerpo de veintitantos!!. Que no, que eso es el descentre, ¡¡¡eso es que somos sabias, no viejas!!!-. Además ella tiene el pelo blanco, se acerca más a Punset que yo. Hasta que un día le conté para darle argumentos de que no era la edad, que debido a mi estres mental me metí en la ducha con las bragas puestas. Me miró muy seria y me dijo – tú eres boba-. Y me quedé un poco cortada, joder, que yo por lo menos le argumento…

Pero todo esto no es tan malo ¿eh? Es como el bien y el mal, la riqueza y la pobreza, el ying y yang. Porque después de meses de estrés e indecisiones siempre llega tu momento perfecto, donde tienes encefalograma plano, nada importa y no hay futuro. No, no voy a entrar en GH, me voy de vacaciones.
Ahí te olvidas del ying y el yang y solo te preocupa el ging-tonic.

Dentro de unas 2 semanitas llegaré a mi destino, y una vez allí  dejare de oír mis pensamientos para oír voces en mi cabeza, las de mis acompañantes diciendo paridas a carcajada limpia.

Un mes haciendo el Hommer Simpson, bebiendo cerveza y oyendo música en mi cabeza, eso sí, os puedo asegurar que no voy a volver con la piel amarilla. Volveré negra tizón, como el coleguita del vídeo que aquí os dejo para que entendáis un poco mejor el inicio de este post y el tono de mis pensamientos. Qué narices, para que os echéis unas risas, y punto. 


jueves, 5 de julio de 2012

Diferencias reconciliables


¿Alguna vez os habéis puesto a llorar delante de vuestro jefe supremo?
No tengo ni idea de cuál es la proporción hombres - mujeres que leen este blog, pero puedo asegurar que el 99,9% de los hombres, han respondido NO, y el 99,9% de las mujeres han respondido SI. ¿Por qué lo sé? Pues no tengo ni la más remota idea, sólo me fijo en mi entorno, y compruebo día tras día, las pequeñas diferencias que hay entre hombres y mujeres. Vamos, nada grave, no voy a descubrir en este post la cuadratura del círculo.

Para mí, en los aspectos vitales de la vida, los hombres y las mujeres somos iguales, y no voy a entrar en los aspectos laborales, que en mi opinión, diga lo que diga la sociedad, NO DEBERÍA HABER DIFERENCIA ALGUNA, pero no voy a profundizar en el machismo y el feminismo, ¡¡que me enciendo!!.

Yo no me ofendo cuando un tío me dice en medio de uno de mis ataques de ira,– Tía, estás con la regla ¿o qué?-. Porque normalmente en mis ataques de ira, estoy con la regla. Eso sí, entonces no se puede ofender un tío cuando llegue a currar  una mañana de nones y yo le diga, - ¿Qué coño te pasa, gatillazo matinal?-.
¿Estas expresiones nos definen como dos personas sexistas? Pues no lo sé, que somos un par de groseros, eso está más que claro. Como diría la madre de una amiga mía, - Bonita, a mí que me devuelvan el dinero de tu colegio, porque no te han educado bien…-.

Hablaba yo el otro día con una amiga por teléfono, que había tenido un problema laboral, un cliente le había dejado en pelotas (emocionalmente hablando) delante de su jefe.
Yo le escuchaba atenta, asintiendo con la cabeza, y dándole todo el apoyo del mundo y de repente me dice, - ¡¡¡Y maja, no sabes lo que he hecho, joder, que he llorado delante de mi jefe!!!. Y él me miraba con los ojos muy abiertos, ¡¡como si nunca hubiera visto a nadie llorar!!-.

Y es que a los chicos, si una tía a la que no le une un lazo sentimental le llora, le repele. Porque cuando hay lazo sentimental, y en mitad de una bronca la tía llora, él ya se relaja, ya ha ganado, ya tiene el control, ya está, con un abrazo, y unos mimos, la situación está solucionada y el sexo casi asegurado.

Pero cuando no hay lazo sentimental el tío te mira quitarte las lágrimas con cara de… - Que se vaya de aquí, que se vaya de aquí… Qué coño le digo a esta tía, ¡¡pero qué le pasa!!! -. Y se agobia.
Desde aquí mando un mensaje a los hombres del mundo: No os agobiéis, a nosotras nos da igual que un tío que nos importa una mierda se asuste por nuestras lágrimas, lo que pasa es que la única manera de que se deshaga ese nudo en la boca del estomago es por vía lacrimal, y tiene que salir cuando tiene que salir, no hay manera de contenerlo, es algo físico. Es como cuando retornas al hogar de madrugada medio coja porque te haces muchiiisimo pis y llegas al ascensor, pues ahí ya, la suerte está echada, tu cuerpo te echa un pulso y te pone al límite. Creo que ahí somos iguales hombres y mujeres, el ascensor es el mayor diurético del mundo.

Yo he llorado delante de jefes, de médicos, de amigos… y sólo una vez la reacción del de enfrente fue diferente. La vez en la que el jefe, era jefa. Yo me puse a llorar tras la presión, y cuando conseguí verle la cara a través de mis lágrimas, comprobé que ella también lloraba. Me siguió pareciendo igual de hija de puta, pero no estuvo mal llorar acompañada por una vez. Salimos del despacho como nuevas.

Pero es que estas pequeñas diferencias se ven incluso en las cosas más absurdas del día a día ¿eh? Lo comprobé hace un par de días en la playa. Tú miras hacia el mar y ves lo de siempre, niños chapoteando, las olas explotando en la orilla, pero si te fijas con más detalle, percibes que hay un montón de mujeres dispersas por el mar, en pequeños grupitos, quietas, con los brazos en alto, y dando saltitos cada vez que el mar hace cualquier movimiento tipo olita. ¿Y donde están los tíos? ¡¡No se les ve!! Pero estar, están. Los tíos son “eso” que corre hacia la orilla, y para cuando te das cuenta ya son “eso” que vuelve del interior del mar entre mucha espuma y salen como nuevos, porque por lo visto, la diferencia de temperatura agua-cuerpo tampoco nos afecta a todos por igual… Las tías normalmente tenemos un límite para estar con las manos en alto y el agua por la cintura, y ese es justo el momento en el que una ola te revienta en la cara, y no te queda más remedio que una inmersión forzada y urgente, si no quieres acabar en la orilla, bocabajo, con el pelo en la cara rezando para que tu biquini no haya decidido quedarse en alta mar y te tengas que levantar humillada camino de nuevo al mar para quitarte la arena de los huecos de tu cuerpo, entre las lágrimas de risa de la gente que ha visto la jugadita. Esas lágrimas son comunes a ambos sexos...

Y luego en la toalla las cosas son también bastante dispares. El tío tiene su toalla, la cartera y el móvil. Y nosotras, la toalla, y el bolso más grande del mundo. El que pueda contener el biquini de recambio, un jerseicito para “por si acaso”, la crema para la cara, la del cuerpo, las gafas de sol, el cacao para los labios, el pañuelo para el pelo, el libro, el ipod, el móvil, un peine, el spray para el pelo (que no se si protege el pelo del sol, pero atrae a las moscas como un panal de rica miel…), las llaves de casa de tu madre por si pasas por allí, tiritas, tampones, colonia, kleenex, compeed calenturas, ibuprofeno, un abanico… Claro, cuando llega el momento de abandonar la playa, ellos siempre esperan tomando una caña, normal, nosotras nos quedamos haciendo inventario.

Pero lo que yo digo, estas diferencias son reconciliables, y si lo piensas hasta complementarias. A ver dónde leches meten los tíos el móvil y la cartera en la playa mientras se pegan un speed-chombo, ¡¡¡ pues en tu maxibolso!!!. Y cuando le lloras a tu jefe y llegas a casa hecha una mierda y con el ego por los suelos, ¿quién quiere partirle la cara al capullo del boss?. Pues él. Ya sea tu padre, o tu hermano, o tu amante, o tu novio... Ahí están ellos, dispuestos a partirse la cara por tí. Cuando acabe el partido.

Estas chorraditas en realidad son lo que dan la salsa al día a día. Y siendo yo como soy, tenía que verlas reflejadas en mi vida ficticia. Os dejo un vídeo como la vida misma. He visto esta serie un millón de veces, y esta escena, infinitas. Es medio minuto escaso que siempre, siempre, siempre, me hace sonreír.